domingo, 22 de septiembre de 2013

Anabel...






Annabel Lee.

Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar,
Habitaba una doncella cuyo nombre os he de dar,
Y el nombre que daros puedo es el de Annabel Lee,
quien vivía para amarme y ser amada por mí.

Yo era un niño y era ella una niña junto al mar,
En el reino prodigioso que os acabo de evocar.
Más nuestro amor fue tan grande cual jamás yo presentí, 
Más que el amor compartimos con mi bella Annabel Lee,
Los ángeles en el cielo envidiaban tal amor,
Los alados serafines nos miraban con rencor.

Aquel fue el solo motivo, ¡hace tanto tiempo ya!,
por el cual, de los confines del océano y más allá, 
Un gélido viento vino de una nube y yo sentí
Congelarse entre mis brazos a mi bella Anabel Lee.

La llevaron de mi lado en solemne funeral.
A encerrarla la llevaron por la orilla del mar
A un sepulcro en ese reino que se alza junto al mar,
Los arcángeles que no eran tan felices cual los dos,
Congelando una noche a mi bella Annabel Lee.

Nuestro amor era tan grande y aún más firme en su candor
Que aquel de nuestros mayores, más sabios en el amor.
Ni los ángeles que moran en su cielo tutelar,
Ni los demonios que habitan negros abismos del mar
Podrán apartarme nunca del alma que mora en mi, Espíritu luminoso de mi 
hermosa Annabel Lee.

Pues los astros no se elevan sin traerme la mirada
Celestial que, yo adivino, son los ojos de mi amada.
Y la luna vaporosa jamás brilla baladí
Pues su fulgor es ensueño de mi bella Annabel Lee.

Yazgo al lado de mi amada, mi novia bien amada,
Mientras retumba en la playa la nocturna marejada,
En su sepulcro a la orilla del océano proceloso.

                                                                           
                                                                                                         Edgar Alan Poe.







Anabel...






Annabel Lee.

Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar,
Habitaba una doncella cuyo nombre os he de dar,
Y el nombre que daros puedo es el de Annabel Lee,
quien vivía para amarme y ser amada por mí.

Yo era un niño y era ella una niña junto al mar,
En el reino prodigioso que os acabo de evocar.
Más nuestro amor fue tan grande cual jamás yo presentí, 
Más que el amor compartimos con mi bella Annabel Lee,
Los ángeles en el cielo envidiaban tal amor,
Los alados serafines nos miraban con rencor.

Aquel fue el solo motivo, ¡hace tanto tiempo ya!,
por el cual, de los confines del océano y más allá, 
Un gélido viento vino de una nube y yo sentí
Congelarse entre mis brazos a mi bella Anabel Lee.

La llevaron de mi lado en solemne funeral.
A encerrarla la llevaron por la orilla del mar
A un sepulcro en ese reino que se alza junto al mar,
Los arcángeles que no eran tan felices cual los dos,
Congelando una noche a mi bella Annabel Lee.

Nuestro amor era tan grande y aún más firme en su candor
Que aquel de nuestros mayores, más sabios en el amor.
Ni los ángeles que moran en su cielo tutelar,
Ni los demonios que habitan negros abismos del mar
Podrán apartarme nunca del alma que mora en mi, Espíritu luminoso de mi 
hermosa Annabel Lee.

Pues los astros no se elevan sin traerme la mirada
Celestial que, yo adivino, son los ojos de mi amada.
Y la luna vaporosa jamás brilla baladí
Pues su fulgor es ensueño de mi bella Annabel Lee.

Yazgo al lado de mi amada, mi novia bien amada,
Mientras retumba en la playa la nocturna marejada,
En su sepulcro a la orilla del océano proceloso.

                                                                           
                                                                                                         Edgar Alan Poe.







martes, 13 de agosto de 2013

Enlace Jose e Cris...


Dedicada con amor para os noivos, desexando que esta nova etapa estea repleta de cousas fermosas.


Enlace Jose e Cris...


Dedicada con amor para os noivos, desexando que esta nova etapa estea repleta de cousas fermosas.