martes, 18 de septiembre de 2012

Sara...





















Nacimiento...

Me despertó la voz del llanto...
pero seguí soñando.
Volando por paisajes infinitos
sin cielos rasos.

Sentí placer entremezclado
con un dolor furtivo
y me di cuenta,
que no era la lluvia quien bañaba
de gotas mi semblante.

Pude ver juntos el sol
y el arco iris...
y cumplidos todos los milagros.

Percibí que aquel temblor
no fue la tierra
y que las sensaciones corporales
invaden con audacia y sin permiso.

El mar y el cielo tan unidos
y una tormenta de silencios,
el crepitar de la Montaña
y el devenir de un nuevo sueño.

La sangre fluye... cálida y sabia,
revolviéndolo todo
en una mezcla de miedos
y esperanzas.

En cada pujo concuerdan
la noche y la mañana
y sopla el viento aún más fuerte
tras la calma.

La vida y la muerte cara a cara.
No puede distinguirse
el orden de llegada.
Alguien te pone entre mis brazos
que te protegen como alas...
y te serenas.
Clavas tus ojos en los míos
y ya no existe nada...
Solo TÚ.


                                                                                         Marta S. Pizzo de Sinisi

















Sara...




















Nacimiento...

Me despertó la voz del llanto...
pero seguí soñando.
Volando por paisajes infinitos
sin cielos rasos.

Sentí placer entremezclado
con un dolor furtivo
y me di cuenta,
que no era la lluvia quien bañaba
de gotas mi semblante.

Pude ver juntos el sol
y el arco iris...
y cumplidos todos los milagros.

Percibí que aquel temblor
no fue la tierra
y que las sensaciones corporales
invaden con audacia y sin permiso.

El mar y el cielo tan unidos
y una tormenta de silencios,
el crepitar de la Montaña
y el devenir de un nuevo sueño.

La sangre fluye... cálida y sabia,
revolviéndolo todo
en una mezcla de miedos
y esperanzas.

En cada pujo concuerdan
la noche y la mañana
y sopla el viento aún más fuerte
tras la calma.

La vida y la muerte cara a cara.
No puede distinguirse
el orden de llegada.
Alguien te pone entre mis brazos
que te protegen como alas...
y te serenas.
Clavas tus ojos en los míos
y ya no existe nada...
Solo TÚ.


                                                                                         Marta S. Pizzo de Sinisi